Sombra
La otra noche soñé que la muerte visitaba mi alma
La seducía
con un aroma penetrante de flores silvestres y oscuridad putrefacta
Apretaba
mi cuello cuan tinieblas de espectros, ladrones de inocencias perdidas que
ensombrecen el mas puro deseo de recuerdos que todavía no se han vivido, en un
tiempo que no es tiempo, esa mortal sombra hace que parezca una eternidad, cuán
grotesca frialdad de simplemente alimentarse de la vida, es su objetivo, es su
trabajo, segundos que se sienten como la mas mortal cadena de desesperación;
desesperación que surge de un ser ya en el filo de la línea del tiempo y el
espacio, un alma que se desnuda frágil y vulnerable ante el balbuceo de un rezo,
implorando misericordia ante un ser divino ya olvidado, la lógica y la razón en
este filo de tiempo no le sirven de
nada, por que es la nada la que la visita esta noche encandilada con el frágil
aroma silvestre de recuerdos pasados, la nada que solo es espacio y que no
existe tiempo en ella, la nada que lo absorbe toda posibilidad de esperanza de
vida, hasta el silencio seria algo pero ella no reconoce ni siquiera tal. Y por
un instante la débil imagen de una silueta femenina en un jardín de blanco y
negro aparece como un ultimo vestigio del
resplandor de un amor reprimido en lo mas profundo del alma, tal ves la
muestra de la misericordia del divino ante la suplica de un ser atormentado, tal
ves solo el ultimo hálito de cognición decadente, ya no importa pues no existe desesperación
ni temor, la dulce representación del recuerdo del amor cumplen el deseo de paz
de esta alma moribunda. Y lo único que se siente es el silencio, mudo
espectador de la estática, cruel e imponente dama en cuyas manos esta la línea
del tiempo, realiza su trabajo…. Un alma mas que trasciende en la fría eternidad,
mientras tanto en otro lecho se siente
el aroma de flores silvestres y oscuridad putrefacta.
Sharbel
Yohangel
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